domingo, 6 de enero de 2019

EMOCIONES Y VIH


Según Edo y Ballester (2006) las reacciones emocionales que pueden experimentar las personas con VIH se pueden calificar como:
  •  Universales: ya que estas emociones pueden ser experimentadas por las personas con VIH en todas las partes del mundo.
  •  Generales: ya que estas emociones no solo las pueden experimentar personas con VIH.
  •  Lógicas: por tratarse de respuestas ante un suceso estresante que pone en peligro a su existencia.
  • Variables: dependerá de cada individuo su reacción emocional teniendo en cuenta el estado psicológico de cada uno/a.

Las personas con menor desarrollo de su inteligencia emocional (IE) son más propensas a sufrir emociones negativas como el estrés, la depresión, la ira, la ansiedad, entre otras. Estas emociones negativas debilitan la eficacia de las células inmunológicas y están relacionadas con el descenso de dicha actividad (Iglesias, Gaspar y Martell, 2009). Por su parte Edo y Ballester (2006) señalan los siguientes aspectos psicológicos manifestados por los y las pacientes con VIH: baja autoestima, miedo a perder el atractivo físico, hipocondría, negación, irá, aceptación, resignación, preparación para la muerte, somatización, síntomas obsesivo compulsivos, exacerbación de la homofobia, pérdida de memoria, fobias específicas, trastorno de personalidad antisocial, deseo sexual hipoactivo, abuso del alcohol, problemas de sueño, desmoralización, uso excesivo de sedantes, consumo de drogas, entre otros.

Por otro lado Iglesias, Gaspar y Martell (2009) apuntan que una buena disposición de la IE dota emociones positivas que realizan un impacto beneficioso en el sistema inmunológico. Un óptimo desarrollo de la IE en las personas con VIH puede prevenir una valoración prematura del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), fomentando óptimos niveles de autoestima, estados anímicos positivos y una deseable satisfacción con la vida.

"Altas puntuaciones en IE se han asociado con una mejor recuperación ante eventos negativos; menor nivel de estrés ante estresores; mayor empatía, optimismo y mejor calidad en las relaciones interpersonales así como menores niveles de estrés; mayor satisfacción vital, menor alexitimia y puntuaciones más bajas en sintomatología rumiativa, ansiosa y depresiva; menor número de pensamientos de venganza y de enfado tras un conflicto y mejor calidad de vida relacionada con la salud física y mental, entre otros" (Iglesias, Gaspar y Martell, 2009, p. 20).

Bibliografía:

Edo, M.T., y Ballester, R. (2006). Estado emocional y conducta de enfermedad en pacientes con VIH/SIDA y enfermos oncológicos. Revista de psicopatología y psicología clínica, 11(2), 79-90.
Iglesias, D.S., Gaspar, A.P., y Martell, Y.C. (2009). La inteligencia emocional en personas que viven con VIH. Duazary, 6(1), 10-24.

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